Simplemente intento describir con algunas pinceladas lo maravilloso de esta tierras, en el año 2008 tuve la suerte de andar por estos caminos.
J.Fernández
En una carretera argentina cuyo recorrido se extiende desde Cabo Vírgenes, Santa Cruz hasta el límite con Bolivia en la ciudad de La Quiaca, en Jujuy. Esta carretera corre paralela a la Cordillera de los Andes, incluyendo tramos cercanos o a través de varios parques nacionales. Es la más larga del país, atravesándola de sur a norte y recorre varias de las regiones turísticas y los atractivos más importantes de su territorio. La ruta recorre 5224 km: comienza a nivel del mar, atraviesa 20 parques nacionales, 18 importantes ríos, conecta 27 pasos cordilleranos y trepa a 5000 msnm en el Abra del Acay en Salta.
Como la legendaria Ruta 66 de EE. UU., la ruta 40 es un emblema de Argentina. Esta carretera cruza 11 provincias: Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, Mendoza,
San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy.
A través de esta carretera se puede acceder a El Calafate, cerca del Glaciar Perito Moreno, Lago Puelo, El Bolsón, Bariloche, Chos Malal, la Ruta del Vino en las provincias de Mendoza y San Juan, yacimientos de fósiles de dinosaurios en la Provincia de San Juan, aguas termales en Catamarca, las Ruinas de Quilmes, los Valles Calchaquíes y la Puna.
En este camino se hicieron pocas obras de pavimentación hasta que en el año 2004 esta trayectoria fue impulsada por la Secretaría de Turismo como producto turístico nacional, lo que permitió asignar más fondos para la construcción de esta carretera. En 2006 la ruta 40 estaba pavimentada en un 48%. Neuquén y Río Negro son las únicas provincias donde la ruta está totalmente pavimentada, en tanto que en Salta y Jujuy hay pocos tramos con pavimento.
Desde que se comenzó a construir en 1935 cambió varias veces su recorrido. El 24 de noviembre de 2004 la Dirección Nacional de Vialidad dictó la Resolución 1.748/04, que cambió los mojones kilométricos para poner el cero en el extremo sur del recorrido, en Cabo Vírgenes.2 Como no hay camino construido entre Cabo Vírgenes
y Punta Loyola, final de la antigua traza, la ruta comienza en el km 100.3 Hasta ese momento la carretera estaba dividida en Ruta 40 Sur y Ruta 40 Norte, estando originalmente el kilómetro cero en la intersección de la Avenida San Martín y la calle Garibaldi en la ciudad de Mendoza. Luego se trasladó a la intersección del Acceso
Este (Ruta Nacional 7) y la Av. Gob. Ricardo Videla (o también Avenida Costanera) de la misma ciudad.
El 20 de mayo de 2005 la Dirección Nacional de Vialidad y su par jujeña fi rmaron un convenio por el que se traspasan tramos de las rutas provinciales 85, 70, 74, 7, 64, 65 y 5 a la Nación para construir el llamado “corredor minero”, que es la nueva traza de la Ruta Nacional 40 más hacia el oeste de la provincia. Este convenio fue refrendado por Ley Provincial 5520.5 De esta manera se le cambió la denominación del camino entre San Antonio de los Cobres y Abra Pampa a Ruta Nacional 1V40.
sube desde el nivel del mar hasta casi 5.000 metros; atraviesa 236 puentes y 27 puertos de montaña; cruza 18 ríos, bordea 13 grandes lagos y salares, y permite llegar en coche o autobús a 20 reservas y parques nacionales.
En el camino, la Ruta 40 descubre las estepas patagónicas que se extienden hasta donde la vista no alcanza, lagos de azul intenso, glaciares impactantes, bosques de lengas, caminos encantados, parajes rurales, cumbres –las más desafiantes y altas de América- siempre nevadas, viñedos, cuestas de mil tonos de verdes y rojos, lagunas turquesas donde habitan los flamencos del rosa más bello, desiertos de sal, dunas, valles con historia, pueblos de ensueño y la mítica de la Puna.
La RUTA 40 ES:
Una de las principales que conforman la Red Vial Argentina, con sus 5.140 km por descubrir.
Una Ruta Ecológica, porque a su paso une reconocidos Parques y Reservas Nacionales o Provinciales
y Patrimonios de la Humanidad. Integrante del antiguo Camino del Inca, porque en las provincias de Cuyo y del Norte la Ruta Nacional 40 acompaña en algunos puntos de su trayecto a la principal red vial precolombina (23.000 km. de extensión) organizada y consolidada bajo la administración del Imperio Incaico.
Argentina se une a Perú en la iniciativa de promover la Postulación del Qhapaq Ñan - Camino Principal Andino como Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Signo de los Pioneros, porque la historia de la Patagonia revive en cada pueblo que bordea el tramo sur de la Cordillera de los Andes. Una Ruta Comercial, porque a lo largo de su trayecto promueve el
intercambio comercial y el desarrollo regional de cada zona. Diversos cultivos y pujantes industrias suman diariamente esfuerzos a través de esta importante vía de comunicación.
Una Ruta Bicentenaria, porque a su paso atraviesa importantes escenarios, que permiten reconstruir la Historia de nuestra Nación.
Para llegar a la Poma se parte desde Salta capital por la ruta provincial RP 68. Se pasa por Cerrillos, La Merced, El Carril, hasta Chicoana. Luego se accede a la Quebrada de Escoipe hasta Payogasta, por la ruta provincial RP 33. Entre Escoipe y Payogasta se encuentra la sinuosa Cuesta del Obispo, después el camino comienza a erizarse de cactus cuando se cruza el Parque Nacional Los Cardones. En Payogasta el camino se abre en dos, se debe tomar el de la mano derecha y transitar unos 43 km por la RN 40 ante de llegar a La Poma. Desde la ciudad de Salta se recorre 190 km; en una camioneta, el viaje dura alrededor de cinco horas. Podría ser menos, pero el paisaje impone detenerse algunos minutos.
La RN 51 es otro camino que también conduce a La Poma. Pasa por Campo Quijano, Santa Rosa de Tastil y antes de llegar a San Antonio de los Cobres se desvía hacia el Sur por la RN 40, y se atraviesa el Abra del Acay antes de llegar al poblado. Pero, hay que tener cuidado porque durante el invierno las vías de comunicación quedan interrumpidas por la nieve o el hielo. Es un tramo de 20 kilómetros a puro zig-zag (por la ruta provincial Nº 33) que alcanza su altura máxima de 3620 msnm en Piedra del Molino. El paisaje es conmovedor, verde e inmenso, el camino transcurre orillando barrancos y precipicios, atravesando nubes que a esa altura dan la sensación de poder tocarse.
Al costado del serpenteante camino de la Cuesta del Obispo el Valle Encantado produce sorpresa y admiración. Aquí hay una laguna emplazada entre prados de altura y rojizas formaciones rocosas.
El valle se vislumbra desde el pie de la Cuesta del Obispo cuando se observa al Torreón de la Cuesta (3.280 metros), que custodia el sitio. Cuando se hace cumbre en esta montaña se tiene una panorámica del valle que es para tener preparada la cámara de fotos.
Durante el recorrido interior del Valle Encantado se pueden ver cóndores mientras beben agua en bebederos naturales, unas enormes
piedras que tienen hendiduras donde se almacena el agua de las lluvias.
Si se anima a recostarse y quedarse quieto sobre las piedras podrá observar vuelo de estas aves de gran envergadura, a escasos metros de altura.
Viñas de Cafayate es un imponente Wine Resort ubicado a 3 kilometros del centro de la ciudad de Cafayate en Salta. Un lugar único donde predomina el contacto con la naturaleza y la tradición bodeguera de Salta. Fue construido en medio de una finca de viñedos y a los pies del cerro San Isidro.
Cómo llegar: En avión: 2 horas de vuelo desde Buenos Aires. En auto: 2 ½ horas desde la ciudad de Salta y 3 horas desde la ciudad de Tucumán. En la ciudad de Cafayate, a los pies del imponente Cerro San Isidro -en la provincia de Salta-, surge la Hostería Viñas de Cafayate. Viñas De Cafayate-Wine Resort-CAFAYATE-ARGENTINA Dirección: 25 de Mayo S/N, Camino al Divisadero Provincia: Salta Ciudad: Cafayate Telefono: +54 03868 422 272 /282 Email: alejandra@cafayatewineresort.com Web: www.cafayatewineresort.com
Viñas de Cafayate Wine Resort Buenos vinos, paisajes increíbles y tranquilidad, en medio de una finca de viñedos y a los pies del imponente Cerro San Isidro. Ubicada a 2 ½ horas en auto desde Salta y 3 horas desde Tucumán.
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ALMACEN "LOS PRINCIPIOS" SAN ANTONIO DE ARECO-ARGENTINA
Fundado en 1918, el ALMACÉN Y BAR mas antiguo de la localidad de San Antonio de Areco (Prov. Buenos Aires, Argentina)
ALMACEN "LOS PRINCIPIOS"
Almacén Los Principios San Antonio de Areco pulperia almacen historico
ALMACEN "LOS PRINCIPIOS" SAN ANTONIO DE ARECO-ARGENTINA
Entrar en el "Almacén Los Principios" en San Antonio de Areco es como hacer un viaje al pasado, un regreso a las raíces más profundas de las tradiciones argentinas. Este emblemático almacén, situado en San Antonio de Areco, uno de los pueblos más representativos de la provincia de Buenos Aires y cuna de la tradición gaucha, te transporta a una época en la que los valores, las costumbres y la vida cotidiana de los habitantes del campo argentino se mantenían intactos. Desde el momento en que cruzas su puerta, te encuentras rodeado de historia, autenticidad y un encanto que parece haberse detenido en el tiempo.
Un Alma Tradicional en el Corazón de Areco
El Almacén Los Principios es mucho más que un simple comercio; es una institución cultural en San Antonio de Areco. Fundado hace más de un siglo, este almacén de campo ha sido testigo de generaciones de familias, de cambios en la sociedad y de la evolución de un pueblo que se mantiene fiel a sus raíces. En su interior, se respira la autenticidad de un lugar que guarda celosamente las tradiciones más ancestrales de la región.
Al ingresar, es como si el tiempo se hubiera detenido. Las estanterías de madera, los productos a granel, las botellas de vidrio y los embutidos caseros te reciben con una mezcla de nostalgia y calidez. La decoración, con sus objetos antiguos y el mobiliario de época, conserva el espíritu de un lugar que ha sido testigo de muchas historias, conversaciones y encuentros a lo largo de los años.
La Tradición Gaucha en Cada Rincón
San Antonio de Areco, como pocos lugares en Argentina, es el corazón de la tradición gaucha. Y el Almacén Los Principios refleja esta identidad de manera única. En sus paredes se pueden encontrar objetos que evocan la vida de los gauchos, como sillas de montar, rebenques y sombreros de cuero, además de los artesanías típicas de la región. Los productos que se venden en el almacén no solo son locales, sino también artesanales, hechos con el mismo amor y dedicación que los gauchos de antaño ponían en su trabajo.
La sazón de la región se encuentra en cada rincón de este almacén, desde las dulce de leche caseros hasta los alfajores que parecen salidos de una receta antigua. Los productos gourmet de la región, como los quesos y embutidos artesanales, son una muestra más de la rica tradición gastronómica de San Antonio de Areco, que mantiene vivas las costumbres de la vida rural.
Una Experiencia Sensorial Completa
Visitar el Almacén Los Principios no solo es un recorrido visual; es una verdadera experiencia sensorial. El aroma a pan casero y a yerba mate te invita a quedarte, a disfrutar de un momento de tranquilidad y de conexión con las raíces argentinas. La amabilidad de los dueños y empleados, que mantienen el espíritu del lugar vivo, te hace sentir como si estuvi…
Almacén Los Principios es un lugar donde la historia de San Antonio de Areco y la cultura de los gauchos se entrelazan con la vida cotidiana. Este almacén no solo es un comercio, sino un museo vivo que conserva la esencia de una época y un estilo de vida que sigue siendo parte fundamental de la identidad de la región. Es un refugio donde los turistas, como yo, pueden sumergirse en la autenticidad de la Argentina rural.
Visitarlo es conocer más de cerca el alma de la pampa y de los gauchos, aquellos que han forjado la historia de este país con su trabajo, su coraje y su amor por la tierra. El Almacén Los Principios es, sin duda, un testimonio viviente de esa tradición, y un lugar que, al visitarlo, nos recuerda la importancia de preservar las raíces y las costumbres que definen a un pueblo.
Conclusión
Entrar en el Almacén Los Principios de San Antonio de Areco es, sin lugar a dudas, un viaje al pasado. Un viaje que nos permite conocer y sentir las tradiciones más auténticas de Argentina, especialmente aquellas relacionadas con la vida gaucha y rural. Este rincón lleno de historia y cultura es un refugio para quienes buscan experimentar la esencia más pura de la región pampeana y disfrutar de una experiencia única que conecta a todos con la riqueza cultural de uno de los pueblos más antiguos y emblemáticos de Argentina. Sin duda, una parada imprescindible para aquellos que desean descubrir la verdadera alma de la pampa.
En 1918, los hermanos Fernández, Antonio y Francisco abren el Almacén de Ramos Generales “Los Principios” en la esquina de Arellano y Mitre (actualmente la Cooperativa Agropecuaria). En 1922 se muda el almacén a su actual ubicación en la esquina Moreno y Mitre. Esquina que recibía a la gente del campo que entraba por el “Puente Viejo” o el “Puente del Medio”. Su nombre tiene que ver con la herencia familiar que consistía en una formación ética-moral. Distintas personalidades de Areco fueron clientes, entre ellos Don Segundo Sombra. Pese a que el movimiento comercial de la esquina se modificó sustancialmente, es mérito de Don Beco Fernández, propietario actual del almacén, haber podido mantener el espíritu . Este clásico lugar es casi una maquina del tiempo y ya su vista desde afuera con una casona de estilo colonial y ladrillos antiguos a la vista ilustran lo que fueron esas épocas de paisanos y gauchos. El almacen aún hoy conserva las mismas intalaciones, decoraciones y paredes que tenia en le época en la que fue inaugurado en 1922. El lugar puede visitarse sin compromiso de compra, y sus infinitas fotos son conocidas en todos lados, ya que es como una capsula del tiempo, aunque nunca esta de más llevarse alguna bebida para los paseos que quedan por hacer en esta pintoresca ciudad.
Se encuentra a muy pocas cuadras de la plaza principal de San Antonio de Areco.
Este almacén se fundó en 1918, pero en esa época estaba en otro local, para luego mudarse en 1922.
Su dueño y descendiente del fundador es don Antonio Fernández Izaguirre.
Tras permanecer cerrado desde 2018, el almacén fue reabierto en febrero de 2023 por Mariana López Rabuini y Roberto Fernández, sobrino nieto de Beco. La pareja, que se mudó desde Buenos Aires, decidió preservar la esencia del lugar, ofreciendo productos locales y manteniendo la estructura original. Las estanterías exhiben tanto productos actuales como objetos históricos que evocan la nostalgia de tiempos pasados
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Almacén Los Principios: testimonios del Areco de ayer
Por Gato Mendez
En la esquina de las calles Mitre y Moreno, en la cima de la subida del Hospital Zerboni, el almacén más viejo de Areco muestra su estampa de ladrillos al aire y su fachada de estilo colonial. No es este cualquier otro bar. Aunque desde hace ya un año que sus puertas no abren al público, "Los Principios", instalado allí desde 1922, conforma una especie de museo viviente que hasta hace poco tiempo guardaba intacta las costumbres de la verdadera vida de campo, de la época de las calles de tierra y de los repartos a caballo.
Entrar a este almacén equivalía a ingresar a una máquina del tiempo y viajar a los comienzos del siglo pasado: el piso, el mostrador, las enormes estanterías y las paredes eran originales; no intentaban respetar un estilo antiguo, no incluían imitaciones de un tiempo pasado. Eran reales y permitían hacer una lectura de nuestras raíces. La mística se apoderaba del cliente o del visitante en el mismo momento en que atravesaba alguna de sus puertas de madera.
En el interior de este viejo almacén, Américo Antonio -Beco- Fernández, aguardaba silenciosamente en la esquina del mostrador mientras anotaba con lapicera algunas de sus últimas ventas en el libro de caja, similar a los cuadernos utilizados por su padre en el inicio del negocio. Metódico, paciente y respetuoso, Fernández fue el responsable de que Los Principios siguiera siendo una reliquia en donde comprar una sopa, una palangana o tomar un buen fernet pediátrico. “El sector del bar y el almacén siempre convivieron armoniosamente”, aclaraba.
¿Cuándo empieza la historia del almacén “Los Principios”?
Este lugar comenzó a funcionar en 1922. Antes estaba en la esquina donde hoy se encuentra la Cooperativa, en Arellano y Mitre. En aquel entonces, mi papÁ con uno de sus hermanos pusieron un negocio, en 1918, al que llamaron “Los Principios”. Cuatro años más tarde se mudaron a este lugar, alquilaron la propiedad durante un año y en 1923, dejaron de arrendar y compraron.
¿Cuál era la función del negocio originalmente?
Se vendía de todo, en un almacén de ramos generales, en aquel entonces, se vendía de todo: alpargatas, alambre, soga. Y también se despachaban bebidas alcohólicas.
¿A qué se debe el nombre “Los Principios”?
El nombre hace referencia a los principios morales. Lo tiene desde 1918. Parece que ahora los principios no cotizan mucho en el mercado de valores, han dejado de importar. Pero yo sigo creyendo que los principios ennoblecen los actos de los hombres.
¿Y cómo era la vida en este pueblo cuando comenzó el almacén?
Las calles eran de tierra, había postes para dejar los caballos atados afuera. Desde esta esquina hacías dos cuadras y se terminaba el pueblo. Era todo campo después. En aquel entonces la gente compraba todo en almacenes. Había otros además de este, algunos de ellos más grandes. Tenían corralón y vendían postes, varillas, alambres, cal, cemento. Eran los grandes “shopping” de aquel entonces, se vendía desde un arado hasta una hojita de afeitar. Existían varios de esos negocios muy importantes, después, poco a poco fueron cerrando todos. Este se mantiene hasta el día de hoy.
Una foto que yacía sobre la estantería del almacén lograba robarse la atención de los clientes que pasaban por allí su mirada distraída. En la imagen se lo veía a Segundo Sombra junto a otros parroquiales en el patio del local de Fernández, en una de las tantas tardes que el protagonista del libro de Ricardo Güiraldes pasó en el interior del negocio, tomando unas copas entre otros paisanos. Segundo Sombra era habitué de Los Principios.
¿Tiene idea como era este personaje?
Yo no lo conocí, cuando el murió en 1936. Yo tenía apenas 3 años. Lo que sé, lo sé por referencia de mi padre. El venía siempre desde el puesto La Lechuza.
¿Qué le ha contado su padre? ¿Cómo era Sombra?
Era un hombre simple, común, había muchos más criollos que él, por el diablo. Para mí, lo que le impactó a Güiraldes fue la estampa del tipo. Dicen los que leyeron el libro y lo conocieron a él personalmente que lo que está escrito en la historia, la estampa de él, esta exactamente descripta. Lo de las manos como galleta, todo; lo describe exactamente igual. Pero después todo salió de la cabeza de Güiraldes.
¿No era un hombre que resaltaba entre los demás?
Para nada. Hay dos etapas, para que la gente entienda bien: la de la foto -cuando estaba con vida- en que él era Segundo Ramírez, y después está la etapa de Don Segundo Sombra, luego del éxito del libro.
Su almacén era muy visitado por turistas. ¿Qué es lo que más los sorprendía?
Se quedaban realmente muy impactados con el lugar. Los turistas miraban, y a veces no gastaban nada. Venían ingleses, brasileros, españoles, de todas partes del mundo. Lo que más valoraban era la prolijidad del negocio. Desde ya que también el hecho histórico, se quedaban sorprendidos con este negocio. Yo siempre les decía que en este estilo es el único, porque es auténtico. Fue siempre igual: en 90 años la única modificación que se hizo fue la colocación de la heladera, después están las mismas estanterías y el mismo mostrador. Era el único negocio que había quedado en pie de este estilo.
¿Y cuál fue el secreto para mantenerlo durante tantos años?
Hay que tener un poco de amor propio, amor por el lugar. Yo nací acá, en la época en que el medico partero atendía en cada casa. Acá pase mi lactancia, mi infancia, mi adolescencia; acá me casé y ahora acá estoy en la cuenta regresiva (risas). Acá todo, ¿cómo no lo iba a mantener?
Las sinceras reflexiones de Fernández se apagaron de a poco. Al pie de la inmensa ventana del almacén que dejaba observar la empinada subida de la calle Moreno, Américo pronunció su último comentario, infaltable en personalidades de otro tiempo. “Hay muchas cosas que los jóvenes no saben, nosotros los viejos sabemos más, pero ya estamos desapareciendo. Pronto no van a saber nada”, dispara.
La puerta lateral se abrió luego de quitar la pesada traba de hierro, sostenida por algunos tornillos. Beco saludó desde el umbral y volvió a ingresar a “Los Principios”. Afuera, el futuro, que había llegado hace rato.
Articulo publicado en DÍAS DE ARECO - 10/10/2019| Historia
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LA HISTORIA CONTINUA
Me han informado de que han vuelto abrir el Almacén Los Principio con un nuevo propietario con productos selectos, desde aquí les deseo toda clase de éxitos
A continuacion publico un reportaje de la Nacían donde se explica la nueva vida de este querido almacén
Mariana López Rabuini y Roberto Fernández se mudaron a San Antonio de Areco y decidieron devolverle la vida a la histórica pulpería Los Principios
SAN ANTONIO DE ARECO.– “No queremos cambiar nada, buscamos que todo permanezca en su lugar original”, cuenta Mariana López Rabuini, responsable junto a su pareja, Roberto Fernández, de la reapertura del histórico almacén de ramos generales Los Principios, en el tradicional pueblo San Antonio de Areco. Desde 1922 fue un puntal en la vida social de un pueblo que siempre tuvo ritmo gaucho. En su mostrador hubo un cliente legendario: don Segundo Ramírez, quien bajo la pluma de Ricardo Güiraldes se hizo leyenda: don Segundo Sombra. “Es una cápsula del tiempo”, dice López Rabuini.
Los Principios se llama así porque sus fundadores entendían la vida bajo el precepto de principios morales y éticos. “Los Principios no se negocian”, la frase se puede leer en una de las paredes.
Una figura dominó gran parte de la vida del boliche: don Américo “Beco” Fernández, hijo del fundador. Toda su vida estuvo detrás del mostrador. “Su presencia se siente en las estanterías”, cuenta Roberto Fernández, su sobrino nieto. El almacén cerró en 2018 y aquel hombre falleció en 2019. Desde entonces, y por primera vez desde 1922, estuvo cerrado.
La pareja tomó una decisión que le cambió la vida. Se conocieron en la ciudad de Buenos Aires en 2018. Él licenciado en ciencias políticas y ella arquitecta, en octubre de 2020, en plena pandemia, decidieron mudarse a San Antonio de Areco. “No lo dudamos, trajimos todo en dos camiones y cambiamos de vida”, cuenta López Rabuini. Pasaban por la esquina de Mitre y Moreno, y Los Principios les devolvía una postal indeseable: ventanas y puerta con las persianas bajas. Se les cruzó una idea: ¿por qué no reabrirlo? A principios de febrero de este año tomaron la posta y la mítica esquina volvió a ver el sol.
“No queremos cambiar el rubro, porque perdería la magia”, dice Fernández. Siempre fue el almacén del pueblo. En sus estanterías la paisanada hallaba las provisiones para sobrevivir a la soledad rural, pero también vendía su propia línea de ropa gaucha, sombreros y ajuares de gala para fechas patrias. Un detalle lo volvió liturgia: a un costado, entrando por una puerta especial, se accedía al mostrador donde se despachaba bebida. “Las mujeres entraban por otra puerta”, afirma López Rabuini.
Eran leyes de antaño. Los principios obligaban a separar las cosas. El hombre llegaba también con una bolsa para hacer las compras familiares, pero también para ponerse el día tomando una caña, la ginebra, el vermut.
“Beco se manejaba con los principios”, destaca Fernández. Ellos decían que había que beber con respeto. “No toleraba gritos, insultos ni falta de respeto, aquel que fallaba a esos principios, recibía un castigo: lo echaba y no podía volver nunca más”, cuenta su sobrino nieto. Simple. “Te quedabas afuera de todo”, agrega Fernández.
“Nos encontramos todo tal cual lo dejó Beco”, cuenta López Rabuini. Sin caer en la comodidad de transformar el espacio en un restaurante, esta nueva versión de Los Principios vuelve a su origen aunque con una ligera modificación. Se trata de un almacén de ramos generales con productos locales y algunos de otras partes del país, muy difíciles de hallar para el vecino arequero. “Queremos mostrar todo lo que hacen los productores locales, esa es nuestra idea”, confirma López Rabuini.
Las altas estanterías se dividen en dos partes, lo que está al alcance de la mano con productos actuales arequeros que van desde un gin, vermut hasta un chimuchurri ahumado o cítrico. Alpargatas, conservas, quesos y salames. Lo que está cerca del techo, todas las mercaderías que quedaron atrapadas por la red de la melancolía y el tiempo. Cajas de galletitas, frascos de café, y botellas de años. “Entran vecinos para ver las marcas que compraban cuando eran niños”, cuenta Fernández. Las señales a los buenos tiempos es la mejor atracción.
Joya de la corona
“No es una puesta en escena, acá está presente Beco”, sostiene Ariel Arellano, gestor cultural y vecino. Lo conocía al bolichero. No quiso perderse esta reapertura y deja posar su mirada por el mostrador, las paredes y el piso en damero, todo original. “Es parte de la joya de la corona de Areco, Los Principios no es sólo un bien histórico bonaerense, sino nacional”, afirma. Su reflexión se basa en aquellos principios que fundaron el almacén. “Forman parte de una época importante de la Argentina”, analiza Arellano.
La historia del almacén resume la de San Antonio de Areco. Los hermanos Antonio (padre de Beco) y su hermano Francisco Fernández abrieron en 1918 un ramos generales; en el 22 lo mudaron a su actual ubicación y desde entonces permaneció en la misma familia. Los gauchos entraban al pueblo por el puente viejo que cruza por el río Areco y pasaban por el almacén a buscar provisiones. “No regresaban por un mes”, recuerda Roberto Fernández, padre, quien creció en el barrio y conoció la esquina desde la cuna. Don Segundo Ramírez era una de ellos. Una foto en la pared lo muestra en el mostrador.
Las anécdotas de aquellos tiempos son increíbles. El padre de Beco, Antonio, tenía fama de saber “las cosas del cielo”, dicho en criollo: sabía el pronóstico del tiempo. Tenía una veleta en el techo del almacén. Antes de emprender algún baile, los paisanos iban y buscaban asesoramiento. Se subía al techo y consultando dirección del viento, forma de las nubes y vaya uno a saber qué más, bajaba con el pronóstico: “No va a llover, pueden hacer el baile nomás”, cuenta Fernández.
“De niños íbamos a jugar a la pelota a la orilla del río”, agrega Fernández. En las calurosas tardes de verano, el pueblo hervía, pero los chiquilines sabían que Beco tenía un corazón grande. “Pedíamos una botella de Coca y en la complicidad, Beco nos ponía un poco de Fernet”, cuenta. Pocas veces veía dinero, todo se arreglaba con la palabra, el crédito se basaba en la confianza y se materializaba en la libreta, una vez por mes el cliente cancelaba su deuda. “Los principios regían todo, esa moral se trasmitía desde el mostrador, y siempre funcionó”, acuerda el vecino, feliz por la reapertura de esta esquina fundante de altos valores que marcaron a muchas generaciones.
“En los años en donde se modificaba la hora, Beco jamás lo hizo con su reloj”, cuenta Fernández. ¿La razón? “Los Principios se lo impedían: por lo tanto mientras todos abrían a las tres de la tarde, él continuaba abriendo a las cuatro”, dice. En el mostrador se esgrimían profundas cuestiones. “Sobre la base de los principios, se tomaban decisiones”, remarca Fernández.
“Mágico, prolijo e impecable almacén”, así lo define a Los Principios el periodista Pietro Sorba en su libro Pulperías de Buenos Aires. En los días antes a la inauguración, limpiando esta cápsula del tiempo, hallaron marcas de un pasado encantador. Botellas de Gancia con un piolín marcando el nivel del líquido, y una etiqueta con un nombre y apellido. “Los clientes compraban una botella para su aperitivo diario”, cuenta López Rabuini. En la base de muchos artículos, en vez de precios, había letras. “Cada letra significa un valor”, dice Fernández.
San Antonio de Areco es un pueblo de tradiciones. Y se respetan. “Tratamos de no contaminarnos”, señala Susana De Lellis, madre de Roberto hijo. “Es una manera de sobrevivir a la globalización”, agrega. El casco histórico está protegido y muchos edificios, como Los Principios, son “Lugares Significativos”, con idéntica protección.“A la gente le gusta que las cosas se preserven, forma parte de la identidad del pueblo”, aclara De Lellis. Calles adoquinadas, viejas esquinas donde aún funcionan boliches de 200 años, como el de Bessonart. Si algo le faltaba a San Antonio de Areco era ver las puertas abiertas de “Los Principios”, la joven pareja se ilusiona y espera que productores locales lleven sus productos para llenar nuevamente las estanterías. “Cumplimos un sueño, lo visualizamos, trabajamos y lo hicimos”, concluye López Rabuini.